1. Medida,
rima y estrofa.
a) Veo los
eucaliptos que ocupan la colina
donde reduce el trópico su bárbara
violencia.
Más que la luz, benéfico vapor los ilumina,
Son la agradable forma de la benevolencia.
b) Nadie
rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
c) Sentir que
la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche que se llama sueño.
d) El viento
es un can sin dueño
que la me la noche inmensa.
La noche no tiene sueño.
Y el hombre, entre sueños, piensa.
e) Yo no me
atrevo a hacer poesía.
Mi ajuar irrisorio es tan pobre.
Mi hacienda se gasta en un día
como una moneda de cobre.
f) Si tiende
el silencio la escala
nunca hollada de querubines,
brusca, la cadencia de ala
viene a apagarla en tus confines.
g) Instinto y
veneración
por él en mi pecho ruegan,
y por aurora me ciegan
cariño y adoración.
h) Y así
cuando me confieso
rendido al prolijo peso,
sólo os pido en la ocasión
silencio, que admiración
ha de pedirla el suceso.
i) Allí dejé
matices y colores;
allí perdí jazmines y corales;
allí desvanecí rosas y flores;
allí quebré marfiles y cristales.
Allí turbé afecciones y primores;
allí borré designios y señales;
allí eclipsé esplendores y reflejos;
allí aún no toparás sombras y lejos.
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