miércoles, 21 de noviembre de 2012

El mundo mágico de las palabras. Texto




      Las palabras son como organismos vivos. Nacen, tienen una época de apogeo y, por último, se produce su decadencia y muerte cuando caen en desuso. También viajan de unos lugares a otros con los objetos a los que designan o como forma de expresión de las ideas. Se toman en préstamo de unas lenguas a otras, adoptan formas nuevas que las desfiguran casi del todo o las dejan irreconocibles. Se unen entre ellas para formar nuevos términos o incluso se desdoblan componiendo familias.
     Con ayuda de prefijos y sufijos, extienden su campo de acción abarcando numerosos significados. Toda la realidad está en sus manos y no puede existir sin ellas.
     Las cosas y las personas pasan sin remedio, pero las palabras perviven fijadas en la escritura y ligadas a la memoria de los hombres. Las palabras constituyen, a fin de cuentas, un legado imperecedero de los hombres.
     Las lenguas románicas de España han constituido la mayor parte de su vocabulario con elementos procedentes del griego y del latín.
     En unas ocasiones han adoptado sus propios términos; en otras, han adecuado estos términos mediante la evolución fonética, la derivación de nuevos términos a partir de las antiguas raíces o la composición de nuevas palabras a través de prefijos y sufijos griegos y latinos.
    

     El castellano y el catalán corrientes, los que usamos todos habitualmente, están llenos de palabras de origen griego heredadas a través del latín, lengua que sufrió una fuerte influencia del griego a partir de la conquista de Grecia por los romanos. Muchas palabras griegas fueron incorporadas al latín de nuestros antepasados, transcritas simplemente al alfabeto latino o con ligeras modificaciones. 
    Son los helenismos del latín, que las lenguas románicas han conservado. Pertenecientes en su origen a diferentes ramas del saber (como la filosofía o las distintas ciencias) o a actividades específicas (como la literatura, la música o la educación) acabaron convirtiéndose en palabras de uso común. Palabras como idea, fantasía, música, teatro, atleta, coro, escuela, pedagogo, balneario (y baño), ánfora (y ampolla), bodega, cuerda, áncora, sinfonía, púrpura, huérfano, etc. y las correspondientes catalanas. 
    En el castellano y el catalán científico y técnico son muchísimas las palabras que se derivan del griego. Saber identificar sus componentes iniciales o terminales puede enriquecer extraordinariamente nuestro conocimiento del vocabulario culto en todas las áreas del saber, lo cual nos convertirá en unos ciudadanos mejor preparados, más capaces y menos indefensos.
   



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