GET-Viento triste. Primera parte (2014)

GET- Viento triste. Segunda parte (2014)

viernes, 29 de noviembre de 2013

HL. Textos. Siglo XX. El castellano contemporáneo





DELIBES
La sombra del ciprés es alargada
 

Yo nací en Ávila, la vieja ciudad de las murallas, y creo que el silencio y el recogimiento casi místico de esta ciudad se me metieron en el alma nada más nacer. No dudo de que, aparte otras varias circunstancias, fue el clima pausado y retraído de esta ciudad el que determinó, en gran parte, la formación de mi carácter.
De mi primera niñez bien poco recuerdo. Casi puede decirse que comencé a vivir, a los diez años, en casa de don mateo Lesmes, mi profesor. Me acuerdo perfectamente, como si lo estuviera viendo, del día que mi tutor me presentó a él...
Se iniciaba ya el otoño. Los árboles de la ciudad comenzaban a acusar la ofensiva de la estación. Por las calles había ojas amarillas que el viento, a ratos, levantaba del suelo haciéndolas girar en confusos remolinos. Hicimos el camino en la última carretela descubierta que quedaba en la ciudad. Tengo impresos en mi cerebro los menores detalles de aquella mi primera experiencia viajera.
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MIGUEL DELIBES: La sombra del ciprés es alargada. Barcelona, Destino, Destinolibro, vol 73, 1979, pág. 11.
 

CAMILO JOSÉ CELA
San Camilo, 1936
 
El sereno de la calle de Ayala se llama Saturnino y es de Santiago de Sierra también en el concejo de Cangas de Narcea, Saturnino acabó retirándose porque le dio el reuma que es la glosopeda de los serenos, su enfermedad profesional, Saturnino siguiendo la huella de su compañero Antonio Collar, cuando colgó el chuzo y traspasó el manojo de llaves estuvo una temporada de taxista pero con el reuma también le molestaba para el nuevo oficio se hizo sedentario, se casó con la hija de un ordenanza de la Casa de la Moneda y abrió una taberna en el paseo de las Delicias, más tarde trasladó su industria a una calleja del barrio de la Universidad, por detrás de la calle de Noviciado, ¡Saturnino!, ¡va!, Saturnino, renqueante como un viejo patache, no deja escapar ni una sola propina, algunos clientes de Ayala 128, hasta dan dos pesetas, Saturnino es amigo tuyo y de Dámaso Rioja, Saturnino es un hombre culto que lee Rocambole de Ponson de Terrail y El conde de Montecristo de Alejandro Dumas padre, esta casa es tan golfa como las otras o peor, lo que pasa es que doña Valen va por el género fino y, claro, tiene que guardar las formas, ¡si yo hablase!, diga que no puedo hablar porque en el oficio tenemos que ser ciegos y sordos y mudos, ¡pero anda que si hablase! Paca los días de corrida se gana un jornalito atizando el fuego y lavando platos en algún puesto de gallinejas de las Ventas, las gallinejas bien calientes son riquísimas y muy confortativas, los acompañantes de los entierros de segunda o de tercera (los de primera no), cuando vuelven de dejar al pariente o al amigo muerto en el camposanto también suelen comerse unas gallinejas en los chiringuitos de las Ventas, ¡pobre Damián, cómo le gustaban las gallinejas!, ¿se acuerdas usted?, en fin, ¡descanse en paz!, Paca es obediente y huraña como los perros de los pueblos, obediente a la fuerza y huraña a su pesar, Paca es como un perro de pueblo, igual que esos perror mil leches que rondan el matadero con el rabo entre piernas, el mirar huido y el espinazo listo para recibir el palo del gañán que se aburre, (...).
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CAMILO JOSÉ CELA: San Camilo, 1936. Fragmento del Cap. I. Madrid, Alianza-Alfaguara, 1974, p. 37.
 

ARTURO PÉREZ-REVERTE
La piel del tambor
 
Los coches de caballos, pintados de negro y amarillo, se alineaban a la espera de clientes bajo la sombra de los naranjos. Apoyado en la pared de una tienda de recuerdos turísticos, el Potro del Mantelete vigilaba la puerta del Arzobispado. Tenía las manos en los bolsillos de la chaqueta de cuadros demasiado estrecha, abierta sobre un suéter blanco de cuello de cisne que moldeaba sus pectorales enjutos y recios. Un palillo se le movía rítmicamente de una a otra comisura de la boca, y entornaba los ojos bajo las cejas surcadas de cicatrices con la mirada fija en el hueco que enmarcaban las columnas gemelas del pórtico barroco. No lo pierdas de vista, había ordenado don Ibrahim antes de meterse dentro de la tienda a mirar postales y curiosear, porque los tres de plantón hacían demasiado bulto en la acera. Como el Potro era hombre cabal, de confianza, y la espera se prolongaba, don Ibrahim y la Niña Puñales, después de repasar ante la mirada suspicaz del tendero todos los expositores de postales y las vitrinas con camisetas, abanicos, castañuelas y reproducciones en plástico de la Giralda y la Torre del Oro, decidieron trasladarse al bar más cercano, en la otra esquina de la calle, donde la Niña debía de rondar ya la quinta manzanilla. Así que el Potro, en ausencia de nuecas órdenes, no perdía de vista la puerta. En la hora larga que el cura alto llevaba allí adentro, aquél sólo había apartado la mirada dos veces: el tiempo empleado por una pareja de guardias en pasarle por delante, una vez calle arriba y otra, al regreso, calle abajo; momentos dedicados por el Potro a contemplarse detenidamente las puntas de los zapatos. Cuatro cornadas, dos reenganches en la Legión y un cerebro que funcionaba a piñón fijo, contuso por golpes y campanillazos de asalto en asalto, imprimen carácter.
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ARTURO PÉREZ-REVERTE: La piel del tambor, Madrid, Alfaguara, 1995, págs. 145-146.


HL. Textos. Siglo XIX. El castellano moderno




EL CASTELLANO MODERNO: SIGLO XIX
LARRA
"El Siglo" en blanco
No sé qué profeta ha dicho que el gran talento no consiste precisamente en saber lo que se ha de decir, sino en saber lo que se ha de callar; porque en esto de profetas no soy muy fuerte, según la expresión de aquel que miraba detenidamente al Neptuno de la fuente del Prado, y añadía de buena fe enseñándosele a un amigo suyo:
-Aquí tiene usted a Jonás conforme salió del vientre de la ballena.
-Hombre, ¿a Jonás? –le replicó el amigo-: si éste es Neptuno...
-O Neptuno, como usted quiera –replicó el cicerone-, que en esto de profetas no soy muy fuerte.

El hecho es que la cosa se ha dicho, y haya sido padre de la Iglesia, filósofo o dios del paganismo, no es menos cierta ni verosímil, ni más digna tampoco de ser averiguada en tiempos en que dice cada cual sus cosas y las ejenas como y cuando puede.
Platón, que era hombre que sabía dónde le apretaba el zapato, si bien no lo gastaba, y que sabía asimismo cuánto tenía adelantado para hablar el que no ha hablado todavía, había adoptado por sistema enseñar a sus discípulos a callar antes de pasar a enseñarles materias más hondas, y en esa enseñanza invertía cinco años, lo cual prueba evidentemente dos cosas: la primera, que Platón estaba, como nuestras universidades, por los estudios largos; segunda, que no es cosa tan fácil como parece enseñar a callar al hombre; el cual nació para hablar, según han creído erróneamente algunos autores mal informados, dejándose deslumbrar sin duda por las apariencias de verosimilitud que le da a esta opinión el don de la palabra, que nos diferencia tan funestamente de los más seres que crió, de suyo callados y taciturnos, la sabia naturaleza.
De cuando se pueda callar en cinco años podráse formar una idea aproximada con solo repasar por la memoria cuanto hemos callado nosotros, mis lectores y yo, en diez años, esto es, en dos cursos completos de Platón que hemos hecho pacientemente desde el año 23 hasta el 33 inclusive, de feliz recuerdo; en los cuales nos sucedía [aquí] precisamente lo mismo que en la cátedra de Platón, a saber, que solo hablaba el maestro, y eso para enseñar a callar a los demás, y perdónenos el filósofo griego la comparación. Esto con respecto a dar una idea de lo mucho que se puede callar en cinco o en diez años; ahora bien, basta para formar una idea leer, si es posible, El Siglo, periódico que no ofenderá si aseguramos de él que trae cosas que no están escritas; periódico enteramente platónico, pero que no puede haber sacado tanto provecho como honra de su ciencia en el callar.
Confesemos sin embargo que lo que hay que leer es un artículo que no está escrito. Leer palabras y más palabras lo hace cualquiera, y toda la dificultad, si puede cifrarse en alguna cosa, se cifra evidentemente en leer un papel en blanco.
Un artículo en blanco es susceptible de las interpretaciones máas favorables; un artículo en blanco es un artículo en el sentido de todos los partidos; es cera blanda, a la cual puede darse a voluntad la forma más adaptada al gusto de cada uno. Un artículo en blanco es además picante, porque excita la curiosidad hasta un punto difícil de pintar. ¿Qué dirá? ¿Qué no dirá? En un mundo como este de ilusión y fantasmagoría, donde no se goza sino en cuanto se espera, es indudable que el hacer esperar es hacer gozar. Las cosas una vez tocadas y poseídas pierden [todo] su mérito; desvanécese el prestigio, rómpese el velo con que nuestra imaginación la embellecía, y exclama el hombre desengañado: ¿Es esto lo que anhelaba? Este sistema de hacer gozar haciendo esperar, del cual pudiéramos citar en el día algún sectario famoso, es evidente, y por él nunca podrá entrar en competencia con un artículo en blanco un artículo en negro. Éste ya sabemos lo que puede querer decir, aunque no sea más que haciendo deducciones del color.
De esta facilidad con que puede leerse un artículo en blanco se deduce un principio que desgraciadamente ha sido fin para El Siglo; a saber, que se pueden comparar con las cosas escritas en tinta simpática y con esas pantallas elegantes que toman más o menos color según se acercan más o menos a la lumbre; leídos en un gabinete ministerial naturalmente resguardado de toda intemperie, y en que suele estar alto el termómetro, toman un colorcito subido que ofende la vista; y leídos al aire libre se revisten de una tinta suave que da gozo a la multitud. (...)
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MARIANO JOSÉ DE LARRA: “’El Siglo’ en blanco”. Obras selectas, Edc. de Jerry L. Jonson. Colecc. Aubí, de “Clásicos y Ensayos”, nº 4. Barcelona, Hijos de José Bosch, 1973, pp. 294-298.


HL. Textos. Siglo XVIII. El castellano moderno




EL CASTELLANO MODERNO
FEIJOO
Discursos y cartas
Concédese, que por lo común es vicio del estilo la introducción de voces nuevas o extrañas en el idioma propio. Pero, ¿por qué? Porque hay muy pocas ,amos que tenganla destreza necesaria para hacer esa mezcla. Es menestar para ello un tino sutil, un discernimiento delicado. Supongo que no ha de haber afectación, que no ha de haber exceso. Supongo también que es lícito el uso de voz de idioma extraño, cuando no hay equivalencia en el propio; de modo que, aunque se pueda explicar lo mismo con el complejo de dos o tres voces domésticas, es mejor hacerlo con una sola, venga de dosnde viniera. Por este motivo, en menos de un siglo se han añadido más de mil voces latinas a la lengua francesa y otras tantas, y muchas más, entre latinas y francesas, a la castellana. Yo me atrevo a señalar en nuestro nuevo diccionario más de dos mil , de las cuales ninguna se hallará en los autores españoles que escribieron antes de empezar el pasado siglo, si tantas adiciones hasta ahora fueron lícitas, ¿por qué no lo serán otras ahora? Pensar que ya la lengua castellana u otra alguna del mundo tiene toda la extensión posible o necesaria, sólo cabe en quien ignora que es inmensa la amplitud de las ideas, para cuya expresión se requieren distintas voces.
Los que a todas las peregrinas niegan entrada en nuestra locución, llaman a esta austeridad pureza de la lengua castellana. Es cosa vulgarísima nombrar las cosas como lo ha menester el capricho, el error o la pasión. ¡Pureza! Antes se deberá llamar pobreza, desnudez, miseria, sequedad. He visto autores franceses de muy buen juicio, que con irrisión llaman puristas a los que son rígidos en esta materia, especie de secta en línea de estilo, como lo hay de puritanos en punto de religión.
No hay idioma alguno que no necesite del subsidio de otros, porque ninguno tiene voces para todo. (...)
Diránme acaso, y aún pienso que lo dicen, que en otro tiempo era lícito uno u otro recurso a los idiomas extraños porque no tenía entonces el español toda la extensión necesaria; pero hoy es superfluo, porque ya tenemos voces para todo. ¿Qué puedo yo decir a esto, sino que alabo la satisfacción? En una clase sola de objetos les mostraré que nos faltan muchísimas voces. ¿Qué será en el complejo de todas? Digo en una clase sola de objetos; esto es de los que pertenecen al predicamento de acción. Son innumerables las acciones para que no tenemos voces ni nos ha socorrido con ellas el nuevo diccionario. (....)
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B. J. FEIJOO: Discursos y cartas. Fragmentos de Introducción de voces nuevas. Clásicos Ebro. Zaragoza, Ebro, 1965, pp. 78-79 y 82-83.

TORRES VILLARROEL

Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte

Acabaron el baile, despidiéronse unos y quedáronse otros; llegó el tiempo de cenar, fueron rewqueridos los criados. Con esto entraron al punto seis o siete ministros de la gula, auxiliares de la destemplanza, terceros de ahitera y alcahuetes de la borrachez. Extendieron sobre largas mesas delicadísimos manteles; distribuyeron un haz de servilletas, cuchillos, platos, cucharas y tenedores. Tocóse a degollar la razón, a desgarretar la salud, a desenvolver el recato, a espolear la lujuria y a desarrebujar el secreto. Sentáronse todos; empezaron a venir ensaladas de todas naciones; engulléronse un huerto con aceite y vinagre; siguióse variedad de carnes; desde aquí comenzó la humareda de los mostos  a cegar el juicio y a dejar a tientas el alma. Tan impaciente se miraba la voracidad de todos, que más parecía embestir que comer. Cada dos bocados eran colaterales a media azumbre. Tragáronse a la Extremadura en jamones, a Salamanca en pavos; desapareciose San martín a sorbos, y se enjugó Lucena a buches. Tan presto quería la gula verter los platos en el vientre, que desechando las diligencias del mascar, nos dieron a entender que se podían sorber los perdogones... Corrían desguazados por los gaznates de las hembras los ríos de peralta. Aquí fue donde no pudo enmudecer don Francisco; y volviéndose, me dijo
-Éste es el teatro donde me has representado con más viveza la corrupción de las costumbres de tu siglo. Basta el informe de este desordenado banquete para conocer el estado lamentable de las cosas. ¿Cuándo la moderación de las mujeres de España consintió tan destemplado desorden en el uso del vino? Ya creo que las hembras son apóstatas de la honestidad, cuando este licor es ídolo de sus apetitos. En mi tiempo era agravio de la pureza, no digo beberlo, sino el desearlo.
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DIEGO DE TORRES VILLARROEL: Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte, Clásicos Castellanos, Madrid, Espasa-Calpe, 2ª ed., 1976, pp. 95-96.

HL. Textos. Siglo XVII. El castellano clásico



MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
Don Quijote de la Mancha
Sossegados todos, y puestos en silencio estauan esperando quien le auia de romper, y fue la dueña Dolorida con estas palabras. Confiada estoy, señor poderosissimo, hermosissima señora y discertissimos circunstantes, que ha de hallar mi cuytissima en vuestros valerossissimos pechos acogimiento, no menos placido, que generoso, y doloroso, porque ella es tal, que es bastante a enternecer los marmoles, y a ablandar los diamantes, y a molificar lo azeros de los mas endurecidos coraçones del mundo: pero antes que salga a la plaça de vuestros oydos (por no dezir orejas) quisiera, que me hicieran sabidora si está en este gremio corro y compañia, el acendradíssimo Cauallero don Quixote de la Manchissima, y su escuderissimo Pança. El Pança, antes que otro respondiesse, dixo Sancho aqui esta, y el don Quixotissimo assi mismo, y assi podreis dolorosissima dueñissima dezir lo que quisieridissimis, que todo estamos prontos y aparejadissimos a ser vuestros servidorissimos. Es esto se leuanto don Quixote, y encaminando sus razones a la Dolorida, dixo: Si vuestras cuytas, angustiada señora se pueden prometer alguna esperança de remedio por algun valor o fuerças de algun Andante Cauallero. Aqui estan las mias, que aunque flacas y breues, todas se emplearan en vuestro seruicio. Yo soy don Quixote de la Mancha, cuyo asumpto es acudir a toda suerte de menesterosos, y siendo esto así, como lo es, no aueis menester señora captar beneuolencias, ni buscar preámbulos, sino a la llana, y sin rodeos dezia vuestros males, que oydos os escuchan, que sabran sino remediarlos, dolerse dellos. Oyendo lo qual la Dolorida dueña hizo señal de querer arrojarse a los pies de don Quijote, y aun se arrojo, y pugnando por abraçarselos, dezia: Antes estos pies, y piernas me arrojo, oh Cauallero invicto, por los que son basas y colunas de la Andante caualleria, estos pies quiero besar, de cuyos pasos pende, y cuelga todo el remedio de mi desgracia.
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MIGUEL DE CERVANTES: Don Quijote de la Mancha, Parte segunda, cap. XXXVIII (fragmento). Edición  facsímil de la primera edición, RAE, Tomo II, 1976, pág. 146.

"Donde se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno"
Cventa la historia que desde el juzgado lleuaron a Sancho Pança a un suntuoso palacio, adonde en vna gran sala estaba puesta vna real y limpisima mesa; y assi como Sancho entró en la sala, sonaron chirimias y salieron cuatro pages a darle aguamanos que Sancho recibió con mucha grauedad. Cessó la música, sentose Sancho a la cabecera de la mesa, porque no auia mas de aquel assiento, y no otro seruicio en toda ella. Púsose a su lado en pie vn personage, que despues mostro ser medico, con vna varilla de vallena en la mano, leuantaron vna riquissima y blanca toalla con que estauan cubiertas las frutas y mucha diuersidad de platos de diuersos manjares; vno que parecia estudiante echo la bendicion y un page puso un babador randado a Sancho; otro que hazia el oficio de Maestresala llegó vn plato de fruta delante; pero apenas huuo comido vn bocado, quando el de la varilla, tocando con ella en el plato, se le quitaron de delante con grandissima celeridad; pero el Maestresala le llegó otro, de otro manjar, yua a prouarle Sancho; pero antes que llegasse a él, ni le gustasse, ya la varilla auia tocado en él, y vn page alçadole con tanta presteza como el de la fruta. Visto lo cual por Sancho, quedó suspenso y, mirando a todos, pregunto si se auia de comer aquella comida como juego de Maessecoral. A lo cual respondio el de la vara:

-No se ha de comer, señor Gouernador, sino como es vso y costumbre en las otras insulas donde ay gouernadores. Yo, señor, soy medico y estoy asalariado en esta insula para serlo de los gouernadores della, y miro por su salud mucho más que por la mia, estudiando de noche y de dia y tanteando la complexion del gouernador, para acertar a curarle quando cayere enfermo; y lo principal que hago es assistir a sus comidas y cenas, y a dexarle comer de lo que me parece que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de hazer daño y ser nociuo al estomago; y assí, mandé quitar el plato de la fruta, por ser demasiadamente humeda, y el plato del otro manjar tambien le mande quitar, por ser demasiadamente caliente y tener muchas especias, que acrecientan la sed; y el que mucho beue, mata y consume el humedo radical, donde consiste la vida.
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MIGUEL DE CERVANTES: Don Quijote de la Mancha, Parte segunda, cap. XLVII (fragmento). Edición  facsímil de la primera edición, RAE, Tomo II, 1976, pág. 175.

HL. Textos. Siglo XVI. El castellano clásico



JUAN DE VALDÉS
Diálogo de la lengua

[Compuesto en 1536.]

MARCIO.- En algunos vocablos avemos mirado que muchos de vosotros ponéis i donde otros ponen e.

VALDÉS.- Dezid algunos.

MARCIO.- Vanedad o vanidad, envernar o invernar, escrevir o escrivir, aleviar o aliviar, desfamar o disfamar...

VALDÉS.- Si bien avéis mirado en ello, en todos essos pongo yo siempre i y no e, porque me parece mejor y porque siempre lo he usado assí y veo que los más primos en el escrivir hazen lo mesmo. Los que hazen el contrario, por ventura es por descuido.

MARCIO.- Por descuido no puede ser, porque Librixa en su vocabulario los escribe con e.

VALDÉS.- No me aleguéis otra vez para la lengua castellana la autoridad de Librixa andaluz, que me haréis perder la paciencia.

MARCIO.- Soy contento, pero tampoco vos atuféis porque hombre os diga lo que le haze dubdar, pues al fin se conforma con lo que vos decís.

VALDÉS.- En esso tanto ninguna razón tenéis. Vos queréis que os sufra yo vuestras preguntas malas o buenas y no me queréis sufrir a mí mi cólera sin razón o con ella.

PACHECO.- Sea desta manera: que vos nos sufráis a nosotros nuestras preguntas y que nosotros os suframos a vos vuestra cólera. ¿Sois contento?

VALDÉS.- Contentísimo; porque os hago saber que para mí no ay igual tormento que no poderme enojar o mostrar enojo por lo que oigo o veo que no es según mi fantasía.

MARCIO.- Bien es que nos declaréis vuestra condición; y pues assí es, dexad hazer a mí. ¿Quál es mejor decir taxbique o texbique, fraila o freila, trasquilar o tresquilar?

VALDÉS.- Yo en essos vocablos y en los semejantes a ellos por mejor tengo usar la a que la e, y si avéis mirado en ello, siempre la uso; y creo cierto, hazen lo mesmo los que scriven con cuidado.

MARCIO.- Pues Librixa...

VALDÉS.- No aya más Librixa, por vuestra vida.
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JUAN DE VALDÉS: Diálogo de la lengua, Edición de Juan Manuel Lope Blanch, Madrid, Editorial Castalia, Colección Clásicos Castalia, nº 11, 1969, pp. 80-81.

 

FRAY LUIS DE LEÓN
De los nombres de Cristo
[Compuesto en 1585.]
Por manera que vio que a los unos aquella medianamente encubierta verdad les serviría de honesto exercicio buscándola, y de sancto deleyte hallándola, y que esso mismo sería estropieço y lazo para los otros, pero merecido estropieço por sus muchos e graves peccados. Por los quales, caminando sin rienda y aventajándose siempre a sí mismos, como por grados que ellos perdidamente se edificaron, llegaron a merecer este mal que fue el summo de todos: que teniendo delante de sus ojos su vida, abraçassen la muerte, y que aborreciessen a su único sospiro y desseo quando le tuvieron presente, o, por mejor dezir, que viéndole no le viessen, ni le oyesen oyéndole, y que palpassen en las tinieblas estando rodeados de luz; y merecieron, peccando, peccar más y llegar a cegarse hasta poner las manos en Christo y darle muerte, y negarle y blasphemar dél, que fue llegar al fin del peccado. ¿Levántoselo agora yo, o no se lo dixo por Esaías Dios mucho antes? Cegaré el coraçón deste pueblo y ensordecerles he los oydos, para que viendo no vean y oyendo no entiendan, y no se conviertan a mí ni los sane yo. Y que sirviesse para esta ceguedad y sordez el hablarles Dios en figuras y en parábolas manifiéstalo Christo, diciendo: A vosotros es dado conocer el misterio del reyno, pero a los demás en parábolas, para que viéndolo no lo vean, y oyéndolo no lo oigan.

Mas pues estos son ciegos y sordos, y porfían en serlo, dexémoslos en su ceguedad y passemos a declarar la fuerça deste braço invencible.
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FRAY LUIS DE LEÓN: De los nombres de Cristo, Edición de Cristóbal Cuevas, Editorial Cátedra, Colección Letras Hispánicas, nº 59, 2ª ed, 1980, pág. 337.

HL. Textos. Siglo XV. El castellano preclásico








CLEMENTE SÁNCHEZ VERCIAL
Libro de los enxemplos
[Compuesto entre 1400 y 1421.]
[IV] Inimico permissum est dolum facere contra hostes:

A njnguno non es defendido

de fazer engaño asu enemigo.

Segund cuenta la historia delos lonbardos que vna vegada los franceses ayuntaron gran caballería contra los lonbardos e entraron poderosa mente en Lonbardia; e entendiendo los lonbardos que se non podrían defender por armas, vsaron de captela, e por fazer los seguros finchieron las ollas e las calñderas de carne, e las mesas de pan e de muchos buenos vjnos, e desampararon el Real e fingieron que foyan, e prosieron se ençelada en vn lugar acerca. E quando llegaron los franceses al Real e non fallaron ende pmne alguno creyendo que avian foydo por temor, e creyendo ser seguros e que non les avia de venir batalla contraria, dexaron las armas e prosieronse a las mesas a comer e beuer. E los lonbardos, de que sentieron que estauan asegurados a sin armas e dellos enbriagos e dellos dormjendo, dieron sobre ellos e mataronlos en manera que quedaron muy pocos.
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 2ª ed. corregida y aumentada, 1976, T. II, pág. 515.

FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN
Generaciones y semblanzas
[Compuesto hacia 1450-1455.]
Fue este don Pero Lopez de Ayala alto de cuerpo, e delgado, e de buena persona; onbre de grant discriçion e abtoridad e de grant conseio, asi de paz como de guerra. Ouo grant lugar acerca de los reyes en cuyo tiempo fue, ca, seyendo moço, fue bien quisto del rey don Pedro, e, después, del rey don Enrique el segundo fue de su conseio e amado del. El rey don Iohan e el rey don Enrique su fijo fizieron del grande mención e gran fiança; paso por grandes fechos de guerra e de paz; fue preso dos uezes: una en la batalla de Najara, otra en Aljubarrota. Fue de muy dulce condicion, e de buena conuersaçion, e de gran conciencia, e que temia mucho a Dios. Amo mucho las çiençias, diose mucho a los libros e estorias, tanto que como quier que el fuese asaz cauallero e de gran discriçion en la platica del mundo, pero naturalemente fue muy inclinado a las çiençias, e con esto grant parte del tiempo ocupaua en el leer e estudiar non en obras de derecho, sinon filosofia e estorias. Por causa del son conoçidos algunos libros en castilla que antes no lo eran, ANSI como el Titu Libio, que es la mas notable estoria romana, los Casos de los Príncipes, los Morales de Sant Gregorio, Esidro de Sumo Bono, el Boeçio, la Estoria de Troya. El ordeno la estoria de Castilla desde el rey don Pedro fasta el rey don Enrique el terçero. Fizo un buen libro de la caça, que el fue muy caçador, e otro libro Rimado del Palaçio.
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 2ª ed. corregida y aumentada, 1976, T. II, págs. 556-7.


DON IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA, MARQUÉS DE SANTILLANA
Proemio al condestable don Pedro de Portugal
[Compuesto entre 1445 y 1449.]
Commo pues o por qual manera, señor muy virtuoso, estas sçiençias ayan primeramente uenjdo en mano de los Romancjstas o vulgares, creo seria difícil inquisición e una trabajosa pesquisa. Pero, dexadas agora las Regiones, tierras e comarcas mas longinjcas e mas separadas de nos, no es de dubdar que vnjuersalmente en todas de sjempre estas sçiençias se ayan acostumbrado e acostumbran, e aun en muchas dellas en estos tres grados, es a saber: sublime, mediocre e infymo. Sublime se podria decir por aquellos que las sus obras escriuieron en lengua griega e latina, digo metrificando. Mediocre vsaron aquellos que en vulgar escriuieron, asy Gujdo Janunçello, boloñes, e Arnaldo Daniel, proençal. E commo quier que desto yo no ha visto obra alguna, pero quieren algunos auer ellos sido los primeros que escriujeron terçio Rimo e aun sonetos en Romance. [...] Infimos son aquellos que sin njngund orden, regla njn cuento fazen estos Romances e cantares que las gentes de baxa e serujl condición se alegran. Después de Guido e Arnaldo daniel, Dante escriujo en terçio Rimo elegantemente las sus tres comedias: “Infierno, Purgatorio e Paraíso”; miçer Francisco Petrarca sus “Triunphos”; Checo D’Ascoli el libro “De proprietatibus rerum”; e Iohan Bocaçio el libro que “Njnfal” se jntitula, aunque ayunto a el prosas de grande eloquençia a la manera del “Boeçio consolatorio”. Estos e muchos otros escriujeron en otra forma de metros en lengua itálica que sonetos e canciones morales se llaman.
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 2ª ed. corregida y aumentada, 1976, T. II, pág. 592.


CASTELLANO PRECLÁSICO
FERNANDO DE ROJAS
La Celestina
[Terminado en 1499.]
SEMPRONIO.- Callemos, que á la puerta estamos; é, como dizen, las paredes han oydos.
CELESTINA.- Llama.
SEMPRONIO.- Tha, tha, tha.
CALISTO.- ¡Pármeno!
PÁRMENO.- ¿Señor?
CALISTO.- ¿No oyes, maldito sordo?
PÁRMENO.- ¿Qué es, señor?
CALISTO.- A la puerta llaman; corre.
PÁRMENO.- ¿Quién es?
SEMPRONIO.- Abre a mí e a esta dueña.
PÁRMENO.- Señor, Sempronio y vna puta vieja alcoholada dauan aquellas porradas.
CALISTO.- Calla, calla, malvado, que es mi tía; corre, corre, abre. Siempre lo vi, que por huyr hombre de un peligro, cae en otro mayor. Por encubrir yo este fecho de Pármeno, a quien amor o fidelidad o temor pusieran freno, cay en indignación desta, que no tiene menor poderío en mi vida que Dios.
PÁRMENO.- ¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te congoxas? ¿E tú piensas que es vituperio en las orejas desta el nombre que la llamé? No lo creas; que assí se glorifica en le oyr, como tú, quando dizen: ”Diestro cauallero es Calisto.” E demás, desto es nombrada e por tal título conocida. Si entre cient mugeres va e alguno dize: “¡Puta vieja!”, sin ningún empacho luego buelue la cabeça e responde con alegre cara. En los conbites, en las fiestas, en las bodas, en la cofadrías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si passa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aues, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dizen: “¡Puta vieja!”; las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dizen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros,arcadores, todo oficio de instrumento forma en el ayre su nombre. Cántanla los carpinteros, péynanla los peinadores, texedores. Labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas, con ella passan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son hazen, a do quiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh qué comedor de hueuos asados era su marido! ¿Qué quieres más? Sino que, si vna piedra topa con otra, luego suena: “¡Puta vieja!”.
CALISTO.- E tú, ¿cómo lo sabes y la conosces?
PÁRMENO.- Saberlo has. Días grandes son passados que mi madre, muger pobre, moraua en su vezindad, la qual rogada por esta Celestina, me dio a ella por siruiente; aunque ella no me conoçe, por lo poco que la seruí y por la mudança que la edad ha hecho.
CALISTO.- ¿De qué la seruías?
PÁRMENO.- Señor, yua a la plaça e trayale de comer e acompañáuala; suplía en aquellos menesteres, que mi tierna fuerça bastaua. Pero de aquel poco tiempo que la seruí, recogía la nueua memoria lo que la vejez no ha podido quitar. Tiene esta buena dueña al cabo de la ciudad, allá cerca de las tenerías, en la cuesta del río, vna casa apartada, medio cayda, poco compuesta e menos abastada. Ella tenía seys oficios, conuiene sauer: la brabdera, perfumera, maestra de fazer afeytes e de fazer virgos, alcahueta e un poquito hechizera. Era el primer oficio cobertura de los otros, so color del cual muchas moças destas siruientes entraban en su casa a labrarse e a labrar camisas e gorgueras e otras muchas cosas. Ninguna venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino e de las otras prouisiones, que podían a sus amas furtar. E avn otros furtillos de más qualidad allí se encubrían. Asaz era amiga de estudiantes e despenseros e moços de abades. A estos vendía ella aquella sangre inocente de las cuytadillas, la qual ligeramente auenturauan en esfuerço de la restitución, que ella les prometía. Subió su fecho a más: qie por medio de aquellas comunicaua con las más encerradas, hasta traer a execución su propósito. E aquestas en tiempo honesto, como estaciones, procesiones de noche, missas del gallo, missas del alua e otras secretas deuociones. Muchas encubiertas vi entrar en su casa. Tras ellas hombres descalços, contritos e reboçados, desatacados, que entrauan allí a llorar sus pecados. ¡Qué tráfagos, si piensas, traya!
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FERNANDO DE ROJAS: La Celestina, (Fragmento del Acto Primero), Clásicos Ebro, nº 89-90. Zaragoza, ed. Ebro, 1955, pp. 59-62.

HL. Textos. Siglo XIV. El castellano medieval



 

CRÓNICA DE VEINTE REYES
[Compuesta hacia 1320.]

Después desto fizose llevar a Castillo de Cabeçon; desy mando llamar sus fijos e partioles el reyno ante que muriese, porque non oviese después entre ellos contienda e riesgo, e dixoles: “Fijos, quiero vos rogar que me otorguedes lo que yo agora quiero fazer e sy por ventura después quisiere alguno de vos quebrantar lo que yo agora mandare, darle he por ende mi maldición”. Los fijos non sabiendo ninguna cosa de lo que queria fazer, dixeronle que les plazia muy de coraçon de fazer el lo que por bien toviese, e que todos lo otorgavan ellos di cosa era qu’ellos deviesen otorgar; el rey tovosse por pagado de lo que ellos dezian, e mando llamar a todos sus ricos omes e a toda su caballería, e dixoles: “Amigos, vos sodes la gente mas noble que en el mundo ha, e la muerte quiéreme partir de vos sin mi grado, ca es cosa tan fuerte que por dar omne por sy cuanto pudiese aver en este mundo non lo perdonaria ella. E por ende ante que muera quiero partir mis reynos a mis fijos sy lo por bien tenedes”. E ellos dixeronle que les plazia de quanto el fiziese.

[...] El rey don Sancho que era el fijo mayor, quando vio que su padre partiera los reynos, pesole mucho e non lo tovo por bien, e dixo a su padre que lo non podia fazer, ca los godos antiguamente fizieron postura entre si que nunca fuese partido el inperio de España, mas que todo fuese de un señorio, e por esta razon non lo devia partir nin podia, pues que Dios en el lo avia ayuntado lo mas dello. El rey don Ferrando dixo que lo non dexaria por eso de fazer, e entonçes dixo don Sancho:"Vos fazed lo que quisierdes, mas yo non lo otorgo".
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 3ª ed., 1982, T. I, pág. 328, 329 y 330.





DON JUAN MANUEL
Libro del conde Lucanor
[Compuesto entre 1330 y 1335]
Exemplo quinto. Delo que contesçio avn Raposo con vn cueruo que tenie vn pedaço de queso enel pico.

Otra vez fablaua el conde Lucanor con Patronio su conseiero, et dixol así:

--Patronio, vn omne que da a entender que es mi amigo, me començo a loar mucho, dándome a entender que avia en mi muchos conplimientos de onrra e de poder e de muchas bondades. Et de que con estas razones me falago quanto pudo, maviome un pleito que en la primera vista, segund lo que yo puedo entender, que paresce que es mi pro.

Et conto el conde a Patronio qual era el pleito quel mouia; e commo quier que paresçia el pleito aporuechoso, Patronio entendio en el enganno que yazia ascondido so las palabras fremosas. Et por ende dixo al conde:

--Sennor conde Lucanor, sabet que este omne vos quiere engañar, dandovos a entender que el vuestro poder e el vuestro estado es mayor de quanto es la verdat. Et para que vos podades guardar deste enganno que vos quiere fazer, plazer me ya que sopiesedes lo que contesçio avn cueruo con vn raposo.

[...] Et desque el cueruo vio en quantas maneras el raposo la alabaua et commo le dizia verdat en todas, creyo que asil dizia verdat en todo lo al, et touo que era su amigo, et non sospecho que lo fazia por leuar del el queso que tenia enel pico; et por las muchas buenas razones quel avia oido, et por los falagos et ruegos quel fiziera por que cantase, avrio el pico para cantar. Et desque el pico fue avierto para cantar, cayo el queso en tierra, et tomolo el raposo et fuese con el. Et asi finco engañado el cueruo del raposo, creyendo que avia en si mas apostura e mas conplimiento de quanto era la verdat
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 2ª ed. corregida y aumentada, 1976, T. II, págs. 377 y 378.

 


ARCIPRESTE DE HITA
Libro de buen amor
[Acabada la primera redacción en 1330.]
Aquj dise de cómo fue fablar con dona Endrina el arcipreste.



   ¡Ay Dios, e quam fermosa viene doña Endrina por la plaça!

¡Que talle, que donayre, que alto cuello de garça!

¡Que cabellos, que boquilla, que color, que buen andança!

Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça.



   Pero tal lugar non era paflar en amores:

a mj luego me venjeron muchos mjedos e temblores,

los mjs pies e las mjs manos non eran de si Senores,

perdi seso, perdi fuerça, mudaron se mjs colores.



   Vnas palabras tenja pensadas por le desjr,

el mjedo de las conpañas me facian al departir,

apenas me conosçia njn sabia por do yr,

con mi voluntat mjs dichos non se podian segujr.



   Ffablar con muger en plaça es cosa muy descobierta:

a bezes mal perro atado tras mala puerta abierta;

bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta.

A do es lugar seguro es bien fablar cosa çierta.



   “Señora, la mj sobrina que en Toledo seya,

se vos encomjenda mucho, mjll saludes vos enbía;

si ovies lugar e tiempo, por quanto de vos oya,

desea vos mucho ver, e conocer vos querria.



   Querian alla mis parientes cassar me en esta saçon

con una doncella muy rica fija de don Pepino;

atodos dy por respuesta quela non queria, non:

de aquella seria mi cuerpo que tiene mj coraçon”.


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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 2ª ed. corregida y aumentada, 1976, T. II, pág. 397.



PERO LOPEZ DE AYALA
Rimado de Palacio
[Comenzado antes de 1385 y acabado después de 1403.]
Aquí comiença de los mercaderes.



      Pues ¿qué de los mercadores aquí podría decir,

si tienen tal ofiçio para poder fallir,

jurar et perjurar, et todo siempre mentir?

Oluidan Dios et alma, nunca cuidan morir.



      En sus mercadurías han mucha confusión,

á mentira et á engano, et á mala confesión;

Dios les quiera valer et ayan su perdón,

que quanro ellos, non dexan dar quinta por bordón.



      Vna vez vos pidirán çinquenta doblas por vn paño;

si vieren que estades duro et entendedes vuestro daño,

diz: “Por treynta vos lo do”, mas ¡nunca él cumpla el [año

sy non le costó quarenta ayer de vn ombre estraño!



      Diz: “Tengo escarlatas de Brujas et de Mellinas:

Veynte años ha que non fueron en esta tierra tan finas.”

Diz: “Tomad las vos, señor, antes que vnas mis sobrinas

las lieuen de mi casa, que son por ellas caninas.



      Si vos tenedes dineros; si non yo tomaré plata,

ca en mi tienda fallaredes toda buena barata,”

El cuytado que lo cree e una vez con él se ata,

a traués yaze caýdo sy delante non se cata.


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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 2ª ed. corregida y aumentada, 1976, T. II, pág. 471.

HL. Textos. Siglo XIII. El castellano medieval






 DOCUMENTO CASTELLANO

Año 1200. Palazuelos de la Sierra (Burgos). Don Armengot y el concejo de Palazuelos hacen una concesión de agua la monasterio de Bugedo de Juarros.
In Dei nomine. Ego don Armengot edomna Cathalana etodel econceiho de Palatiolos, por nuestras animas ede nuestos parientes, damos eatorgamos el agua que decende por Sancta Maria de Palatiolos auos dos Espalon, abbat de Bussedo, etot el conuent ibidem Deo seruientibus, iure hereditario, inperpetuum, ental taiamiento que elconceiho de Palatiolos regando loque obos ouieren, la otra uaia al conuento de Bussedo, eque digun nola destaihen... Qui est dono quessier contra diçir, sea esconmulgado emaleito, epeihe al rei de la tierra mil morauedis... Oi don Armengot hanc cartam, quam fieri iussi, confirmo; eiho dona Cathalana confirmo; enos conceiho dePalatiolos confirmamos et otorgamos. Huius rei testes sunt: abbat de sant Christoual dEueas,efraire Rodrigo de Arlanzon, efraire Rodrigo elbestiario, don Johan emaordomo de Sant Peidro de Arlanza, don Peidro el capellano de dona Cathelana, don Domingo presbiter deSalguero, don Domingo presbiter de Uila Mamel, los caualieros Ferrant Garciez de Uila rani, don Gitier Farnadel de Sancta Columba, Lop Gonzaluez de Ual de rama, Garci Diez de Uilues; de Torreziela: J. de Mudua, don Pardo, Domingo Peidret; Joahn de Salguero; Jacobus monachus scripsit.
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 3ª ed., 1982, T. I, págs. 83-84.



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GONZALO DE BERCEO
Milagros de Nuestra Señora. "Introducción"
[Compuestos entre 1245 y 1255.]


       Amigos e vasallos de Dios omnipotent,
si vos me escuchassedes por vuestro consiment,
querria vos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.

       Yo maestro Gonçalvo de Verçeo nomnado
iendo en romeria caeçi en un prado
verde e bien sençido, de flores bien poblado,
logar cobdiçiaduero pora omne cansado.

       Daban olor soveio las flores bien olientes,
refrescavan en omne las caras e las mientes,
manavan cada canto fuentes claras corrientes,
en verano bien frias, en invierno calientes.

       Avie hi grand abondo de buenas arboledas,
milgranos e figueras, peros e manzanedas,
e muchas otras fructas de diversas monedas;
mas non avie ningunas podridas nin azedas.

       La verdura del prado, la olor de las flores,
las sombras de los arbores de temprados sabores
refrescaron me todo, e perdi los sudores:
podrie vivir el omne con aquellos olores.



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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 3ª ed., 1982, T. I. págs. 126-7.


FUERO DE BRIHUEGA
[Dado a la Villa por el arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada, hacia 1240.]


Por Banno.

Lunes et Miércoles et Sabado el Banno seya de los barones; et Martes et iueves seya de las mugieres; et el viernes de los iudios. Et ninno ni siruient ni siruienta que leuaren, non paguen nada. Et si en los dias de las mugieres entraren barones a bannarse, o mugier en dias de barones, pechen .x. maravedis.


Qui matare perro que non uenga a el.

Todo omme que matare o firiere perro que no venga contra el, peche cuanto lo apreciaren bonos omes; et si lo matere o lo firiere, iurando que defendiendios del lo mato o lo firio, no peche nada; et si esto no iurare, peche I maravedi al duenno del perro et el apreciamiento.

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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 3ª ed., 1982, T. I, pág. 188.



FUERO JUZGO
[Versión leonesa hecha hacia 1260.]
b) Porende establecemos que nengún señor nen nenguna sennora sen iuyzio o sen yerro manifiesto non taye aso sieruo nen a sua sierua mano, nen nariz, nen labros, nen lingua, nen oreia, nen pia, nenle saque uelyo, nele taye membro nenguno, nenlele mande tayar; a selo fecier, sea desterrado dela tierra por III annos por el obispo enqual tierra ya, o enqual faz el tuerto.
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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: Crestomatía del español medieval, Madrid, Seminario Menéndez Pidal-Editorial Gredos, 3ª ed., 1982, T. I, pág. 266.




FUERO DE PLASENCIA
[Compuesto en 1297]
Pobladores que a Plazençia vinieren a poblar, allí pueblen do el conçeio les mandare. Que si el conçeio de la aldea esto fazer non quisier, los alcaldes de la cibdat den a los pobladores logar para morar cerca de las otras casas en meior logar. Todavia si alguno su casa vendiere et de cabo otra fazer quisiere, non la faga sinon en çimiento comprado. Roça otrossí quien quisiere que fuera de exido o de raíz agena fiziere, sea establecida. [...]
[...] Por fuero mandamos et establecemos que a ningún tiempo non labre nadi madera de castaño ni verde ni seco, ni acartee, ni en la villa ni en las aldeas. Et qui la cortare o taiare, peche HI mrs. por firma de dos montaneros o de tres vecinos. Et todo omne qui los fallare la madera aduciendo a poblado, préndala sin calonna et non la aduga pora PLASENCIA; et al que la fallare aduciendo, tal pena aya commo el que la cortare.
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MAJADA NEILA, Jesús: Fuero de Plasencia, Salamanca, Librería Cervantes, 1986, pág. 140 y 162.



ALFONSO X EL SABIO
Primera Crónica General de España
[Redactado por mandato de Alfonso el Sabio hacia 1270.]

De como el rey Recaredo murió

Andados quinze annos del regnado del rey Recaredo, que fue en la era de seyscientos et quareynta et dos, quando andaua ell anno de la Encarnación en seiscientos et quatro, e el del imperio de Phoca en quatro, el rey Recaredo seyendo muy manso et muy bueno et de grand plazer a todos, amauan le et preciauan le por ende, no tan solamientre los buenos, mas en uerdad aun los malos; e porque ell era muy franco et muy granado contra todos torno a los obispos et a la clerizia todos los tesoros et las cosas que el pudo saber que su padre tomara de las eglesias; e tan bueno fue et tan piadoso, que afloxo mucho a todos de los pechos que a su padre solien dar et de las premias que les el solie fazer, e fazie muchas elmosnas a pobres et a lazrados, ca el tenie uerdaderamientre que pora esto le diera Dios el regno por que fiziesse y mucho bien et pora emendar los tuertos et las brauuras que su padre y fiziera, e siempre punno en esto quanto el mas pudo desde el dia que regno fastal dia que murio. E el dia que ouo de finar fizo su penitencia buena, et murio en Toledo mucho onrradamientre, et dio ell alma a Dios. Mas agora dexa la estoria de fablar de los godos et torna a contar de Mahomat.
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ALFONSO X EL SABIO: Primera Crónica General de España, Edición de Ramón Menéndez Pidal. T. I. Madrid, Gredos, 1955, p. 265.













 

Nuestro teatro - Viento triste (2013)