JUAN DE VALDÉS
Diálogo de la lengua
[Compuesto en 1536.]
MARCIO.- En algunos vocablos avemos mirado que muchos de vosotros
ponéis i donde otros ponen e.
VALDÉS.- Dezid algunos.
MARCIO.- Vanedad o vanidad, envernar o invernar, escrevir o escrivir, aleviar o aliviar, desfamar o disfamar...
VALDÉS.- Si bien avéis mirado en ello, en todos essos pongo yo
siempre i y no e, porque me parece mejor y porque siempre lo he usado assí y
veo que los más primos en el escrivir hazen lo mesmo. Los que hazen el
contrario, por ventura es por descuido.
MARCIO.- Por descuido no puede ser, porque Librixa en su
vocabulario los escribe con e.
VALDÉS.- No me aleguéis otra vez para la lengua castellana la
autoridad de Librixa andaluz, que me haréis perder la paciencia.
MARCIO.- Soy contento, pero tampoco vos atuféis porque hombre os
diga lo que le haze dubdar, pues al fin se conforma con lo que vos decís.
VALDÉS.- En esso tanto ninguna razón tenéis. Vos queréis que os
sufra yo vuestras preguntas malas o buenas y no me queréis sufrir a mí mi
cólera sin razón o con ella.
PACHECO.- Sea desta manera: que vos nos sufráis a nosotros
nuestras preguntas y que nosotros os suframos a vos vuestra cólera. ¿Sois
contento?
VALDÉS.- Contentísimo; porque os hago saber que para mí no ay
igual tormento que no poderme enojar o mostrar enojo por lo que oigo o veo que
no es según mi fantasía.
MARCIO.- Bien es que nos declaréis vuestra condición; y pues assí
es, dexad hazer a mí. ¿Quál es mejor decir taxbique
o texbique, fraila o freila, trasquilar o tresquilar?
VALDÉS.- Yo en essos vocablos y en los semejantes a ellos por
mejor tengo usar la a que la e, y si avéis mirado en ello, siempre la
uso; y creo cierto, hazen lo mesmo los que scriven con cuidado.
MARCIO.- Pues Librixa...
VALDÉS.- No aya más Librixa, por vuestra vida.
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JUAN DE VALDÉS: Diálogo de la
lengua, Edición de Juan Manuel Lope Blanch, Madrid, Editorial Castalia,
Colección Clásicos Castalia, nº 11, 1969, pp. 80-81.
FRAY LUIS DE LEÓN
De los nombres de Cristo
[Compuesto en 1585.]
Por manera que vio
que a los unos aquella medianamente encubierta verdad les serviría de honesto
exercicio buscándola, y de sancto deleyte hallándola, y que esso mismo sería
estropieço y lazo para los otros, pero merecido estropieço por sus muchos e
graves peccados. Por los quales, caminando sin rienda y aventajándose siempre a
sí mismos, como por grados que ellos perdidamente se edificaron, llegaron a merecer
este mal que fue el summo de todos: que teniendo delante de sus ojos su vida,
abraçassen la muerte, y que aborreciessen a su único sospiro y desseo quando le
tuvieron presente, o, por mejor dezir, que viéndole no le viessen, ni le oyesen
oyéndole, y que palpassen en las tinieblas estando rodeados de luz; y
merecieron, peccando, peccar más y llegar a cegarse hasta poner las manos en
Christo y darle muerte, y negarle y blasphemar dél, que fue llegar al fin del
peccado. ¿Levántoselo agora yo, o no se lo dixo por Esaías Dios mucho antes? Cegaré el coraçón deste pueblo y
ensordecerles he los oydos, para que viendo no vean y oyendo no entiendan, y no
se conviertan a mí ni los sane yo. Y que sirviesse para esta ceguedad y
sordez el hablarles Dios en figuras y en parábolas manifiéstalo Christo,
diciendo: A vosotros es dado conocer el
misterio del reyno, pero a los demás en parábolas, para que viéndolo no lo
vean, y oyéndolo no lo oigan.
Mas pues estos son ciegos y sordos, y porfían en serlo, dexémoslos
en su ceguedad y passemos a declarar la fuerça deste braço invencible.
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FRAY LUIS DE LEÓN: De los nombres de Cristo, Edición de Cristóbal Cuevas, Editorial
Cátedra, Colección Letras Hispánicas, nº 59, 2ª ed, 1980, pág. 337.
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