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lunes, 12 de octubre de 2015

José Zorrilla, Traidor, inconfeso y mártir. Acto II. Escena XI

E. Siglo XIX. ROMANTICISMO. 2. Teatro.
A) José Zorrilla: Traidor, inconfeso y mártir

Texto:
          Acto II. Escena XI.
AURORA: Padre...

GABRIEL: Explícate, Aurora.

AURORA:                     Oye: al impulso
de una curiosidad impertinente,
o de otro sentimiento inexplicable
que en mí se agita y que en mi alma enciende
la misteriosa luz de una esperanza 
lejana, incierta, misteriosa, débil,
cedí, señor, y en la callada noche
mi lecho abandoné... porque a mi mente
mil visiones de amor se amontonaron
en confuso tropel, puras y alegres
como las olas que la mar en clama
sobre sus lomos incansables mece:
como las aves que en el árbol saltan
trinando al sol de la escondida fuente.

GABRIEL: Prosigue, Aurora.

AURORA:                     Abandoné mi lecho,
y al tuyo me acerqué, como quien teme
ser sorprendido en criminal intento
por un extraño que a su lado duerme.
Tu faz un punto contemplé y mi labio
un ósculo filial puso a tu frente.
¿Me oyes, Gabriel?

GABRIEL:                 Prosigue, Aurora mía,
tu voz la voz de un ángel me parece.

AURORA: Al contacto sutil del labio mío
sonreíste, señor; y tu voz débil
oí que el nombre mío murmuraba
entre esos ayes con que el mal divierte
de una pasión, el que vivió en el mundo
secretos hondos ocultando siempre;
y entonces supe por la lengua misma
que hablar en sueños indiscreta suele,
que si es la tuya misterioso arcano
espesa sombra mi existencia envuelve.

GABRIEL: ¿Y entonces?

AURORA:                     Me aparté ruborizada
de quien mi padre no es; sentí más fuerte
latir mi corazón; sentí otra sangre
circular por mis venas más ardiente;
sentí en presencia del mayor cariño
mi cariño filial desvanecerse,
y al apartarme de tu lado trémula
un ósculo de amor grabé en tu frente.

GABRIEL: No lo digas jamás, Aurora mía.
Jamás a nadie tu pasión reveles:
quema los labios que en mi frente seca
pusiste; quema el corazón rebelde
que, el cariño filial de sí arrojando,
dio a mi cariño en su lugar albergue.

AURORA: Es ya tarde, Gabriel: mi amor es hijo
de tu callado amor.

GABRIEL:                       Tú lo mereces:
tú eres la sola flor que brotar hizo
en mi camino Dios... Dios que al ponerme
sobre la tierra me alfombró de espinas
la senda que mis pies recorrer deben;
pero yo no merezco tu amor santo:
yo soy un árbol cuyo tronco estéril
despojado de vida por el rayo
ya ni sombra, ni flor, ni aroma tiene.

AURORA: No, no; tú eres un árbol cuya sombra
cobijó mi niñez, cuyo ámbar bebe
mi pobre corazón, de quien tú sólo
sombra, delicia y alimento eres.
Dios me entregó a tus brazos en mi infancia,
porque Dios quiso que en tu pecho ardiente
brotase, para encanto de tu vida,
de esta pasión correspondida el germen.

GABRIEL: Tienes razón, Aurora, reconozco
en tu amor la piedad omnipotente.
Tienes razón, Aurora, Dios del cielo
te envía... un ángel de los cielos eres.

AURORA: Escúchame. Gabriel.

GABRIEL:                             Habla.

AURORA:                                     En el nombre
de esa pasión que en nuestras almas hierve
desaparezcan hoy esos misterios
que nuestras dos historias oscurecen.

GABRIEL: Imposible.

AURORA:               No temas que me espante,
Gabriel, ni me arrepienta, conociéndote
de haberte amado nunca.

GABRIEL:                                     Es imposible.

AURORA: Habla. Dime quién soy. Dime quién eres.
Si eres villano y en tus venas viles
la sangre impura y maldecida tienes
de raza hebrea o de morisca tribu,
yo te amaré, Gabriel; si reales puedes
ostentar de tu estirpe en el escudo
coronados y espléndido cuarteles,
yo te amaré, Gabriel: si eres acaso 
criminal fugitivo y por mí temes
de un patíbulo infame le deshonra,
yo te amaré, Gabriel: llama si quieres
a un sacerdote y que con lazo eterno
anude nuestras almas; y no pienses
que el deshonor de criminal memoria
me humille: te amo con amor tan fuerte
que oraré mientras viva en tu sepulcro
orgullosa del nombre que me dejes.

GABRIEL: ¿Calla, Aurora, deliras!

AURORA:                                   Un momento,
Gabriel, óyeme aún, no te impacientes.
Si eres un impostor, un ambicioso
cogido al fin entre sus propias redes,
huyamos: tienes ocasión y tiempo,
sí, nuestra fuga el capitán protege,
huyamos, nuestro amor y nuestra infamia
arrastrando a remoto continente.

GABRIEL: ¡Aurora!

AURORA:             Hoy a la cárcel de Medina
rayando el alba trasladarnos deben,
y el capitán que en nuestra guarda parte...

GABRIEL: Silencio, Aurora, ¿deshonrarle quieres
para salvarte tú? ¿Sabes que si huyo
cuando en su guarda el infeliz me lleve
morirá en mi lugar y que al fugarme
me doy por criminal siendo inocente?
Yo no huiré jamás: ni sé, ni quiero,
ni nací para huir; ya muchas veces
la he visto cara a cara, y en el pecho
no por la espalda me herirá la muerte.

AURORA: Hiéranos a los dos un mismo golpe.

GABRIEL: Tú no debes morir: aún quehacer tienes
sobre la tierra.

AURORA:                     ¿Qué sin ti?

GABRIEL:                                         Llorarme.

AURORA: ¿Me lo mandas?

GABRIEL:                       Yo no, Dios; obedece.
Dios me pone en los labios un candado,
no lo intentes romper. Pura, inocente,
noble eres tú: si a deshonrada tumba
mi silencio me lleva, Dios lo quiere.
Inclina, Aurora, la cabeza humilde
bajo la voluntad omnipotente,
y ora en mi tumba sin vergüenza,
mártir me quiere Dios y obedecerle
es fuerza; vive, y si te dice el mundo
que he sido un impostor, el mundo miente.
Yo no he dicho jamás que era el que buscan
y a morir me enviarán sin conocerme.
Ora en mi tumba sin vergüenza y ora
mientras los hombres libertad te dejen;
y si te culpan como a mí, en silencio
digna siempre de mí como yo muere.

AURORA: ¿Tú me lo mandas? Obedezco: sea,
Gabriel; digna de ti quiero ser siempre.


Cuestiones:
1.  Como habrás comprendido, la escena que hemos reproducido se refiere al momento en que Aurora y Gabriel descubren su mutuo amor al deshacerse la falsa creencia de que la primera era su hija. ¿Cómo llegó a averiguarlo Aurora?
2. ¿Cuál es la reacción de Gabriel ante el apasionado amor de Aurora?
3. De acuerdo con la norma romántica de libertad creadora, el autor no tiene en cuenta la regla de las tres unidades; en este caso concreto es evidente el entrecruzamiento de dos acciones, ¿cuáles son?
4. En este diálogo de patentes valores dramáticos por la fuerza y la tensión que se logran, hay también elementos líricos. ¿Podrías explicar cuáles son?
5. Analiza la estructura métrica utilizada y explica qué clase de rima, de versos y de estrofa ha utilizado el autor.
6. Indica qué rasgos típicamente románticos observas en el texto. Puedes referirte tanto al plano del contenido como al de la forma.


7. Si conoces el episodio histórico en que está basado el drama, explica qué elementos reales y qué elementos ficticios hay en él.

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