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lunes, 12 de octubre de 2015

Mariano José de Larra, Artículos de costumbres. "Las casas viejas"

E. Siglo XIX. ROMANTICISMO. 1. Prosa.
A) Mariano José de Larra. Artículos de costumbres. "Las casas viejas."

Texto:
"Las casas antiguas, dijimos, que van desapareciendo de Madrid rapidísimamente, están reducidas, a una o dos enormes piezas y muchos callejones interminables; son demasiado grandes, son oscuras, por lo general, a causa de su mala repartición y combinación de entradas, salidas, puertas y ventanas.
Dirígímonos, pues, a ver las casas nuevas; esas que surgen de la noche a la mañana por todas las calles de Madrid; esas que tienen más balcones que ladrillos y más pisos que balcones; esas por medio de las cuales se agrupa la población de esta coronada villa, se apiña, se sobrepone y se aleja de Madrid, no por las puertas, sino por arriba, como se marcha el chocolate de una chocolatera olvidada sobre las brasas. La población que se va colocando sobre los límites que encerraron nuestros abuelos, me hace el efecto del helado que se eleva fuera de la copa de los sorbetes. El caso es el mismo: la copa es pequeña y el contenido mucho.
Muchas casas y muy lindas vimos. Mi amigo observó con razón que se sigue en todas el método antiguo de construcción: sala, gabinete y alcoba pegada a cualquiera de estas dos piezas; y siempre en la misma cocina, donde se preparan los manjares, colocado inoportuna y puercamente, el sitio más desaseado de la casa. ¿No pudiera darse otra forma de construcción a las casas, de suerte que este sitio quedase separado de la vivienda, como en otros países lo hemos visto constantemente observado? ¿No pudieran llegarse a desusar esos vidrios horribles, desiguales, pequeños, unidos por plomos, generalmente invertidos en las vidrieras? ¿No se les podrían sustituir vidrios de mejor calidad, de más tamaño, y unidos entre sí con sutiles listones de madera, que harían siempre mejor efecto a la vista y darían mas entrada a la luz? ¿No convendría desterrar esas pesadas maderas que cierran los balcones, llenas de inútiles rebajos y costosas labores, sustituyéndoles puertas-ventanas de hojas más delgadas y lisas? ¿No pudiera introducirse el uso de comodísimas chimeneas para las casas, sobre todo, más espaciosas, como se hallan adoptadas en toda Europa? ¿Tanto perderíamos en olvidar los mezquinos y miserables braseros que nos abrasan las piernas, dejándonos frío el cuerpo y atufándonos con el pestífero carbón, y que son restos de los sahumadores orientales introducidos en nuestro país por los moros? ¿Qué mal haríamos en desterrar los canalones salientes, cuyo objeto parece ser el de reunir sobre el pobre transeúnte, además del agua que debía naturalmente caer del cielo, toda la que no debía caerle, y en sustituirles los conductos vertederos semejantes a los de Correos, pegados a la pared?
Los caseros, más que al interés público, consultan el suyo propio: "Aprovechemos terreno"; ése es su principio: "Apiñemos gente en estas diligencias paradas, y vivan todos como de viaje." Cada habitación es en el día un baúl en que están las personas empaquetadas de pie, y las cosas en la posición que requiere su naturaleza: tan apretado está todo, que en caso de apuro todo podría viajar junto son romperse. Las escaleras son cerbatanas, por donde pasa la persona como la culebra, que se roza entre dos piedras para soltar su piel. Un poco más de hombre o un poco menos de escalera, y serán una sola cosa hombre y escalera.
Pero sigamos la historia de mi amigo. No bien hubo visto la blancura de una de las casas nuevas, la monería de las acomodadas piececitas, el estado de novedad de las habitaciones del piso tercero, alborozóse y
-¡Este cuarto es mío! -exclama.
-Pero acabemos de ver.
-Nada; inútil; quiero casa nueva; no hay remedio.
De allí a media hora estábamos ya en casa del casero. Inútil es decir que el casero tenía mala cara; todos la tienen: es la primera cosa que hacen en comprando casa; a lo menos tal nos parece siempre a los inquilinos, sin que esto sea decir que no puede ser ilusión óptica.
-¿Qué tiene usted que mandarme?...
-¿Usted es el dueño de la casa que se está haciendo...?
-Sí, señor.
- Hay varios cuartos en la casa.
-Están dados.
-¡Cómo! Si no están hechos...
-Ahí verá usted.
-Pero ¿no habría...?
-Un tercero queda.
-Bueno; he dicho que quiero casa nueva.
-No es tampoco de los más altos, caballero; no tiene más que noventa y tres escalones y un tramito.
-Ya  se ve que no es mucho: se baja uno a Madrid en un momento; quiero casa nueva.
-¿Pagará usted adelantado?
-Hombre, ¿adelantado? A mí nadie me paga adelantado.
-Pues déjelo usted.
-¡Ah, no; eso, no! Bien; pagaré. ¿Un mes?
-Tres meses o seis.
-Pero, hombre...
-Déjalo.
-No; bien, bien. ¿Cuánto renta? Es tercero y tiene pocas `piezas y estrechas, y...
-Diez reales diarios; dé usted gracias que no se le pone en doce.
-¡Diez reales!
-Si no acomoda...
-Sí, señor; sí. ¡Como ha de ser! ¡Casa nueva!
-Fiador.
-¿Fiador?
-Y abonado.
-Bueno, ¡paciencia! Tengo amigos; el marqués de...
-¿Marqués? No, no, señor.
-El coronel de...
-¿Militar? Menos...
-Un mayordomo de semana.
-¿Tiene fuero? No, señor.
-Pero, hombre, ¿adónde he de ir a buscar?...
-Ha de tener casa abierta.
-Pero yo no me trato con taberneros, ni...
-Pues dejarlo.
-¡Voto va!
No hubo más remedio que buscar el fiador; ya daba mi amigo la mudanza a todos los diablos. Venciéronse, por fin, las dificultades; ya cogió las llaves, y cogió al celador, y cogió el padrón, y cogió... ¿Qué había de coger por último? El cielo con las manos, lectores míos. Comenzó la mudanza: el sofá no cupo por la escalera; fue preciso izarle por el balcón, y en el camino rompió los cristales del cuarto principal, los tiestos del segundo, y al llegar al tercero, una de sus propias patas, que era precisamente la que le había estorbado; si se hubiera roto al principio, pleito por menos; fue preciso pagar los daños. El bufete entró como taco en escopeta, haciendo más allá la pared a fuerza de rascarle el yeso con las esquinas; la cama del matrimonio tuvo que quedarse en la sala porque fue imposible meterla en la alcoba; el hermano de mi amigo, que es tan alto como toda la casa, se levantó un chinchón, en vez de levantar la cabeza, con el techo que estaba hombre en medio con el piso. En fin, mal que bien, estuvo ya la casa adornada; pero ¡oh desgracia! mi amigo tiene un suegro sumamente gordo: verdad es que es monstruoso; y es hombre que ha menester dos billetes en la diligencia para viajar: como a éste no se le podía romper pata como al sofá, no hubo forma de meterlo en casa. ¿Qué medio en este conflicto? ¿Reñir con él y separarse porque no cabe en casa? No es decente. ¿Meterlo por el balcón? No es para todos los días. ¡Santo Dios, que no se hagan las casas en el día para los hombres gordos! En una palabra, desde ayer están los trastos dentro; mi amigo, en la escalera mesándose los cabellos, luchando entre la casa nueva y el amor filial; y el viejo, en la calle esperando, o a perder carnes, o a ganar casa".


Cuestiones:
1. En el texto se aborda un tema principal y varios asuntos secundarios. Determínalos.
2. ¿Cuál es la tesis mantenida por el autor en torno al tema de las nuevas construcciones madrileñas?
3. Este artículo fue publicado en 1833. ¿Te sugiere alguna actitud crítica semejante a la mantenida por Larra, pero referida a nuestro tiempo? ¿En qué aspectos?
4. El texto tiene una importante parte descriptiva. ¿Es esta descripción puramente objetiva, o está condicionada por la actitud crítica del autor?
5. Como habrás observado, el tercer párrafo ofrece abundantes interrogaciones retóricas; es decir, preguntas de las que no se espera respuesta, sino que son modos de intensificar la afirmación. ¿Es posible en estos casos transformar la interrogación directa en indirecta? Intenta hacerlo con una de ellas y muestra el resultado, indicando si continúa significando lo mismo o no.
6. Hemos dicho repetidamente que la intención satírica del texto se manifiesta en el uso de la ironía. ¿Podrías poner algunos ejemplos concretos de esto? Debes prescindir de los que se han aducido ya en las líneas de presentación del texto que hemos incluido.


7. Ejercicio de composición: elabora un informe sobre el estado de la construcción en la ciudad en que tú vives.

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