E. Siglo XIX. REALISMO. 1. Prosa.
B) Benito Pérez Galdós. La desheredada.
Texto:
"Isidora echó a andar hacia adentro, dando la mano a su tía. A causa de los accidentes del piso y de la oscuridad, necesitaban apoyarse mutuamente. Anduvieron largo trecho tropezando. ¡Oh! La soga era larga, la caverna parecía interminable. En lo oscuro, aún se veía la cuerda blanca gimiendo, sola, tiesa, vibrante. Cuando las dos mujeres anduvieron un poco más, dejaron de ver la soga; pero oyeron más fuerte el zumbar de la rueda acompañado de ligeros chirridos. Se adivinaba el roce del eje sobre los cojinetes mal engrasados y el estremecimiento de las transmisiones, de donde obtenían su girar las roldanas, en las cuales estaban atadas las sogas. Pero nada se podía ver.
-¡Mariano, hermanito! -exclamó Isidora, que creía sentir su garganta apretada por uno de aquellos horribles dogales-. ¿En dónde estás? ¿Eres tú el que mueve esa rueda? ¿No estás cansado?
No se oyó contestación. Pero el artefacto amenguaba la rapidez de su marcha. las roldanas, las transmisiones, la rueda, se emperezaban como quien escucha.
-Pecado, ¿qué tal te va? -gritó con bufonesco estilo la Sanguijuelera.
Y añadió, volviéndose a su sobrina:
-Es un holgazán. Así criará callos en las manos, y sabrá lo que es trabajar y lo que cuesta el pedazo de pan que se lleva a la boca... ¿Qué crees tú? Es buen oficio... No podía hacer carrera de este gandul. Todo el día jugando en el arroyo y en la praderilla. Al menos, que me gane para zapatos. Tiene más malicias que un Iscariote.
Desde el comienzo de este panegírico, redoblóse bruscamente la marcha del mecanismo, y acreció el ruido hasta ser tal, que parecían multiplicarse las transmisiones, las roldanas y los ejes.
-¡Mariano! -gritó Isidora, extendiendo los brazos en la oscuridad-. ¡Para, para un momento y ven acá! Quiero abrazarte. Soy tu hermana, soy Isidora. ¿No me conoces ya?
El ruido volvió a ceder, y la maquinaria tomaba una lentitud amorosa.
-No puede pararse el trabajo -dijo Encarnación.
Pero como realmente se detenía, oyóse un grito del huso viviente que dijo:
-¡Aire! ¡Aire a la rueda!
Y, en efecto, la rueda volvió a tomar su aire primero, su paso natural. las dos mujeres callaron, consternada y atónita la joven, aburrida la vieja. Como había pasado algún tiempo desde su llegada al término de la caverna, los ojos de entrambas comenzaron a distinguir confusamente la silueta del gran disco de madera, que trazaba figura semejante a las extrañas aberraciones ópticas de la retina cuando cerramos los ojos deslumbrados por una luz muy viva.
-¿Ves aquellas dos centellitas que brillan junto a la rueda?... Son los ojos de Pecado...
Isidora vio, en efecto, dos pequeñas ascuas. Su hermano la miraba.
-Pronto serán las doce -indicó la anciana-. Esperemos a que levanten el trabajo y nos iremos los tres a comer.
La hora del descanso no se hizo esperar. Soltó el obrero el cáñamo, paróse la rueda, y el que la movía salió lentamente del fondo negro, plegando los ojos a medida que avanzaba hacia la luz. Era un muchacho hermoso y robusto, como de trece años. Isidora le abrazó y le besó tiernamente, admirándose del desarrollo y esbeltez de su cuerpo, de la fuerza de sus brazos, y afligiéndose mucho al notar su cansancio, el sudor de su rostro encendido, la aspereza de sus manos, la fatiga de su respiración.
-Es un gañán -dijo Encarnación, examinándole la ropa con tanta severidad como un juez que interroga al criminal ante el cuerpo del delito... -. Ya me ha roto los calzones... Ya verás, Holofernes, ya verás.
Turbado por la presencia y los cariños de su hermana, a quien no conocía. Mariano no despegaba sus labios. la miraba con atención semejante a la estupidez. Por último, dijo así con aspereza, remedando el hablar francote y brutal de la gente del bronce:
-Chicáaaa..., no me beses más, que no soy santo.
-A casa -dijo la Sanguijuelera, saltando sobre el cáñamo.
Aquel día añadió Encarnación a su olla algo extraordinario. Comieron en la trastienda, que más bien era pasillo por donde la tienda se comunicaba con un patio. Durante el festín, que tuvo su añadidura de pimientos y su contera de pasas, no habría sido fácil explicar cómo con una sola boca podía la Sanguijuelera engullir medianamente y hablar más que catorce diputados. Isidora, triste, cejijunta, no hablaba ni hacía más que probar la comida. Observaba a ratos con gozo la voracidad de su hermano.
-Ya ves qué lindo buitre me ha puesto Dios en casa -decía Encarnación-. Es capaz de comerme el modo de andar, si le dejo. Él come y yo soy quien se harta; sí, me harto de trabajar para su señoría. Pero oye, león, ¿dirás algún día: "Ya no quiero más"?
Pecado devoraba con el apetito insaciable de una bestia atada al pesebre, después de un día de atroz trabajo.
-Y tú, linda mocosa, ¿no comes? -añadió la vieja-. ¿O es que te has vuelto tan pava y tan persona decente que no te gustan estos guisos ordinarios? Vamos, que para otro día te pondré alas de ángel... Se conoce que allá en Tomelloso se estila mucha finura".
Cuestiones:
1. Explica brevemente el contenido del fragmento de La desheredada, de Galdós.
2. La escena se desarrolla, como hemos dicho, en una cordelería, y uno de los personajes, mariano, es el encargado de darle a la rueda. Escoge las palabras que se refieran a la máquina y explica sus significados.
3. Es un taller muy oscuro. ¿Qué términos o frases nos los describen así?
4. A Galdós le interesa describir a los personajes tal como son en la realidad. ¿Consigue aquí reflejar claramente la clase social de los personajes? ¿Cómo?
5. Busca los calificativos y apodos que se refieren a mariano, y explica las razones que tendría Encarnación para adjudicárselos. ¿A qué característica alude con cada uno de ellos?
6. Galdós trata con ternura y humor a sus personajes. Señala algún momento especialmente cómico en el texto, y explica cómo ha conseguido ese efecto.
7. Puede decirse que en el texto no existen los adornos estilísticos. ¿A qué se debe esto? ¿Qué preocupa a Galdós más que la belleza del estilo?
8. Relaciona la última intervención de la Sanguijuelera con los sueños de Isidora.
9. En cierto modo, el movimiento de la rueda (unas veces lento, otras más rápido) también forma parte del diálogo. ¿Para qué utiliza Galdós este recurso?
10. Busca en el Diccionario el significado de las palabras huso, consternado, aberración, emperezar (se), y haz una frase con cada una de ellas.
11. El término aspereza está utilizado en dos ocasiones. ¿Qué sentido tiene en cada caso?
12. Hay vocablos empleados con evidente ironía. Señálalos y explica tal sentido irónico.
13. Comenta el significado de hartar en "Él come y yo soy quien se harta".
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