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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Vulgarismos. Variedades vulgares del español


Vulgarismos. Variedades vulgares del español
Es claro que el español, como lengua culta hablada y escrita por las personas educadas, tanto en España como en Hispanoamérica, es resultado de una coiné, y que mantiene una notable unidad a pesar de su extensión.
Sin embargo, no todos los hispanohablantes han tenido acceso a la posesión de este idioma culto común, que es resultado de la instrucción, la lectura y la frecuentación de personas que hablen bien.

En los medios rurales y en buena parte de la población urbana, la lengua mantiene todavía muchas formas antiguas, en lugar de las que fueron preferidas y quedaron fijadas por la acción de la literatura y de los hablantes más instruidos (trujo, cuasi, mirastes). 

Otras veces, las palabras presentan evoluciones obedientes a tendencias profundas del castellano, reprimidas sin embargo por el habla culta (istancia, entestino, antiojos)

La analogía, en muchas ocasiones, impone formas excluidas de la norma idiomática, y así, si cantar hace su pretérito canté, se forja sobre él el pretérito andé, de andar (en vez de anduve); la serie traiga, caiga, ha servido de modelo analógico a haiga (por haya); el sustantivo carne impone erróneamente su 'e' al derivado vulgar carnecería (en vez de carnicería)... 

En zonas en que el castellano se ha asentado sobre una base dialectal anterior, es muy frecuente también el empleo de dialectalismos propios de aquellas comarcas.
Junto a estos vulgarismos que responden, como decíamos, a una ignorancia inocente, y que se emplean espontáneamente por los hablantes rústicos o por los que han emigrado de sus pueblos a las ciudades, muchos habitantes de éstas emplean otros vulgarismos que, en su origen, han sido intencionados, es decir, no espontáneos. Con ellos sus usuarios pretenden diferenciarse como clase social o como grupo frente a otros hablantes a quienes consideran "inferiores". Tal es el comportamiento frecuente de los nacidos en los barrios populares de las grandes ciudades, frente a los que proceden de los pueblos; el de los "castizos", "flamencos" y hasta maleantes, frente a las personas comedidas; el de los "señoritos" de tertulia frente a los trabajadores más humildes; el de los jóvenes frívolos, que afirman su imaginaria distinción, frente a los que no participan de los ritos y audacias de la modernidad.

Principales rasgos de los vulgarismos espontáneos
Como hemos visto en el punto anterior, los vulgarismos espontáneos, tanto rurales como urbanos, son el resultado de una escolarización deficiente. He aquí algunas de sus características.
Vacilación en las vocales átonas
Por influjos varios (confusión de prefijos, analogía, acción de fonemas vecinos...), se observan alteraciones como las siguientes: restrojo (por rastrojo), espaviento (por aspaviento), estilla (por astilla), ancía (por encía), cirimonia, intierro, pinicilina, tiniente, intinción, indición (por inyección), siñor (por señor), dicir, melecina (por medicina), vesita (por visita), recebir, estituto (por instituto), decumento (por documento), hespital (por hospital).

Alteraciones en los diptongos
A veces, se produce la reducción del diptongo a una sola vocal: pacencia (por paciencia), anque (por aunque), ventiuno, ventidós, ventitrés... (por veintiuno, veintidós, veintitrés...), custión (por cuestión), concencia (por conciencia)...
En otros casos, se modifica el diptongo: afaitar (por afeitar), azaite (por aceite), raina (por reina), sais (por seis), paine (por peine)...

Formación de diptongos con vocales que estaban en hiato
Como sabemos, dos vocales van en hiato cuando, estando en contacto, no forman diptongo: ba-úl. Vulgarmente, se tiende a reunirlas dentro de una sola sílaba, formando con ellas un diptongo: bául, máiz (por ma-iz), ahi (por ahí), maes-tro (por ma-es-tro), cuete (por cohete). Si las primeras vocales son e, o, llegan a hacerse i, u, respectivamente: pasiar (por pa-se-ar), pior (por pe-or), rial (por re-al), Juaquín (por Jo-a-quín).

Desarrollo de g (o b) ante diptongos que empiezan por u
Así, se oye güele; de güele se ha formado goler), cacagüete (por cacahuete), güerto (por huerto), buevo, güevo (por huevo)...

Cambios de consonante
Por ejemplo, la b se trueca en g en muchas palabras: güeno, agüelo, güelve (vuelve y, por tanto, golver). Otras veces se convierte en m: muñuelo (por buñuelo), moniato (por boniato). La g se presenta como b en abuja, abujero o bujero (agujero). En ocasiones f se trueca en c: Celipe (por Felipe) y, al revés, fenefa (por cenefa). Hay permutas entre r y l: celebro (por cerebro), comel (por comer), sordao (por soldado), aceital (por afeitar)...

Alteraciones de grupos formados por dos consonantes
Se modifica, a veces, la primera consonante: colurna o colugna (por columna), hirno (por himno). Otras, se reduce y subsiste una sola de las consonantes: comenencia (por conveniencia), suscrición (por suscripción), istrución (por instrucción)...

Metátesis o cambio de posición de los fonemas dentro de la palabra
Así, se oye cocreta o cocleta (por croqueta), Grabiel (por Gabriel), humarera o humadera (por humareda).

Distorsiones morfológicas
Son muy abundantes.
Afectan a todas las partes de la oración, y muy especialmente al verbo: 
hiciendo (por haciendo), 
dijieron (por dijeron),
ayer lavemos la ropa (por lavamos), 
haiga (por haga), 
andé (por anduve), 
andaron (por anduvieron), 
vinistes (por viniste), cantastes (por cantaste), 
quies (por quieres), 
ties (por tienes).

Distorsiones sintácticas
Son muchísimas también. 

Así, el empleo de la forma cantaría, en vez de la forma cantara: Si yo estaría en tu lugar...( en vez de estuviera). 

El empleo de cantase, en vez de cantara, en las oraciones condicionales: Si yo estuviese en tu lugar... (por estuviera).

Construcciones como Se arregla paraguas, Se necesita aprendizas (en vez de arreglan y necesitan). 

Empleo del plural en vez del singular, cuando el verbo haber se utiliza como impersonal: Hubieron muchos invitados (en vez de hubo); Habían más extranjeros que españoles en los toros (por había). Este error es muy frecuente con haber, pero se observa también con los verbos que les sirven de auxiliares: No suelen haber periódicos a estas horas (por suele); Debían haber allí cien personas (por debía). 

Empleo superfluo de la preposición de, con verbos que significan "decir", "ordenar", "pensar": Le dije de que no viniera; Yo opino de que no debía hacerse.

Pérdida de la -d- intervocálica
Frecuentísima, en todo el territorio que cubre nuestra lengua: bailaor, comío, sentío, crúo (por crudo), boa (por boda), espantá, tó, na (por nada). Es absolutamente inadmisible, y debe ser, por tanto, cuidadosamente evitada.
Problema especial presentan las palabras terminadas en -ado: mercado, mirado... Es muy corriente su pérdida total, lo cual produce un efecto de ordinariez. Es aconsejable la pronunciación de una -d- leve y suave.

Pronunciaciones vulgares de la -d, en final de palabra y de sílaba
En posicion final de palabra, la -d suele ser viciosamente omitida, son, por tanto, vulgares y reprobables las pronunciaciones verdá (por verdad); Madrí (por Madrid), realidá (por realidad).

En algunas partes de Castilla y en Madrid especialmente, se oye también verdaz, Madriz, realidaz; se trata de una pronunciación aún más aberrante que la anterior. Esta -d, realizada como -z, aparece también en posición final de sílaba: azmirar, azquirir.
Vulgarismo igualmente evitable es el que en la segunda persona plural del imperativo. realiza la -d como-r: mirar (mirad), escuchar (escuchad); esta -r aparece también ante el pronombre -os: sentaros (por sentaos), callaros (por callaos).
Por fin, muchos catalanes y valencianos pronuncian una -t, en posición final de palabra: virtut, edat, callat.
El buen uso aconseja que, en posición final de palabra y de sílaba, pronunciemos una -d tenue, semejante a la de la terminación -ado.


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